miércoles, 2 de diciembre de 2009

BARTLEBY y otros cuentos.

Aquí está el enlace para Bartleby el escribiente. Además, de regalo un par de microcuentos:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/melville/bartleby.htm

KOSTAS AXELOS (GRECIA)
EL AMOR
Un estudiante alemán va una noche a un baile. En él descubre a una joven, muy bella, de cabellos muy oscuros, de tez muy pálida. En torno a su largo cuello, una delgada cinta negra, con un nudito. El estudiante baila toda la noche con ella. Al amanecer, la lleva a su buhardilla. Cuando comienza a desnudarla, la joven le dice, implorándole, que no le quite la cinta que lleva en torno al cuello. La tiene completamente desnuda en sus brazos con su cintila puesta. Se aman; y después se duermen. Cuando el estudiante se despierta el primero, mira, colocado sobre el almohadón blanco, el rostro dormido de la joven que sigue llevando su cinta negra en torno al cuello. Con gesto preciso deshace el nudo. Y la cabeza de la joven rueda por la tierra.




JUAN JOSÉ MILLÁS,(ESPAÑA)
EL INFIERNO.
Estábamos enterrando a un amigo cuando un teléfono móvil interrumpió la grave ceremonia. Tras un breve intercambio de miradas reprobatorias, comprendimos que el ruido procedía del cadáver, cuyo féretro había sido abierto para que el finado recibiera su último adiós. La viuda, después de unos segundos de suspensión, se inclinó sobre el muerto y le sacó el teléfono de uno de sus bolsillos de la chaqueta. “Diga”, pronunció dolorosamente. No sabemos qué escuchó al otro lado, pero la vimos palidecer; en seguida gritó: “Fernando falleció ayer y usted es una zorra que ha destruido nuestro hogar”. Dicho esto, interrumpió la comunicación y devolvió el artefacto a su lugar.
Al abandonar el cementerio supe por alguien de la familia que había sido deseo del propio Fernando ser enterrado con su móvil, lo que, constituyendo una excentricidad perfectamente afín a su carácter, me devolvía la imagen menos grata y oscura de quien sin duda había sido una de las referencias más importantes de mi vida. Como es costumbre, me dirigí en compañía de los íntimos a casa de la viuda para darle consuelo. Ella nos ofreció un café que estábamos saboreando mientras hablábamos de cosas intrascendentes, cuando sonó el teléfono. Tras unos instantes de terror, los presentes alcanzamos un acuerdo tácito: nadie había oído nada, ningún sonido de ultratumba se había colado en aquella reunión de amigos. Después de diez o doce llamadas, el aparato enmudeció y la propia viuda se levantó a descolgarlo. “No estoy para pésames”, dijo. Aquella noche, a la hora en la que los insomnes suelen descabezar un sueño, me levanté, fui al teléfono y marqué el número del móvil de Fernando. Lo cogieron al primer pitido, pero colgué antes de escuchar ninguna voz. Sólo quería comprobar que el infierno existía.

ANA MARÍA SHÚA. (ARGENTINA)
EL LOBO
Con una mueca feroz, chorreando sangre y baba, el hombre lobo separa las mandíbulas y desnuda los colmillos amarillos. Un curioso zumbido perfora el aire. El hombre lobo tiene miedo. El dentista también.

2 comentarios:

  1. Dos cosas que decir sobre los cuentos y una pregunta, seré breve.

    1. A los dos primeros cuentos: O.O
    2. Al tercer cuento: xD

    Y la pregunta, ¿Estos autores siempre escriben cuentos así? porque impactan y son un poco...bastos, pero dan ganas de leer más jiji

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  2. ¡Están muy bien!
    En todos, cuando lees la última línea te dejan con la boca abierta. Es lo que mola de los relatos breves, que todos (bueno, los que están bien hechos) te sorprenden al final.

    Y ahora mismo me voy a poner a leer Bartleby, tiene pinta de ser muy interesante =)

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