martes, 23 de febrero de 2010

DECÁLOGOS DE ESCRITORES (TODOS GRANDES CUENTISTAS)


Un enlace para que veáis consejos, más o menos irónicos, de escritores de cuentos muy importantes. Perdón por la disposición tipográfica, que es un poco chapucera, pero es que en esta página están todos juntos.


http://www.tueditor.cl/deca.htm

UN MICRORRELATO.

Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos. Fueron los siete minutos más largos de mi vida y los que, a la postre, determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.

Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película. Un día me distraje y mi hermano salió antes que yo a la calle, y mientras me miraba con aquella sonrisa adorable, un coche se lo llevó por delante. Recuerdo que mi madre, al oír el golpe, salió de la casa y pasó ante mí corriendo y gritando mi nombre, con los brazos extendidos hacia el cadáver de mi hermano.

Yo nunca la saqué del error.


Premio Faroni de Relato Hiperbreve 2002: "Mi hermano", por Rafael Novoa.

sábado, 20 de febrero de 2010

Y más microrrelatos

Mirar, son unos cuantos curiosos que he encontrado en páginas de internet, decirme cual os gusta más (si buscáis los títulos y ponéis microrrelato os saldrán)

Rieles

Nos revolvía el pelo con cara de contento, y nos decía algo cómo:

—No se preocupen niños, no se preocupen, en cuanto opere a su papá; todo habrá pasado.

Luego del funeral de mi padre solo lo he visto dos veces, hasta hoy, en que acaricio sus cabellos dulcemente sobre el riel y digo:

—No se preocupe, doctor, no se preocupe; en cuanto pase el tren, todo habrá pasado.

Violadores

Nos revolvía el pelo con cara de contento, se frotaba las manos antes de entrar. Sabía que tendríamos una virgen ahí dentro, desnuda, atada de manos y pies como nos lo había pedido; con la máscara de cuero, amordazada y drogada para la ocasión. Nosotros le proporcionamos la víctima para que sacie sus bajos instintos, y él, a cambio, nos paga buen dinero. Sabe todo, el silencio total y las reglas del juego. Ahí dentro se oyen gemidos de placer, no imagino cuánta alegría estará sintiendo, ni tampoco, lo que hará cuando sepa que es su hermana.

La ultima comida

Al condenado a muerte le preguntaron qué quería para su última comida.

- ¡Quiero comérselo a la mujer del gobernador! - grito el reo.

Era la primera vez que un condenado solicitaba hacer un cunilingus en lugar de pedirse la típica langosta con "crêpe suzette" de postre. Nadie se lo esperaba, pero lo cierto era que la ley no permitía ejecutar a nadie sin consederle la última comida que él expresara.

Dos horas después de la extraña petición, y a pesar de las desconsoladas lágrimas de su mujer, el gobernador decidió indultar al condenado.

Le puede pasar a cualquiera

Ella lo miró con cara de compasión.

- No te preocupes - dijo -. A cualquier hombre le puede pasar alguna vez.

Él no la escuchaba. Pensaba en sus amigos, que nunca habían encontrado una chica con la que poder hacerlo, y en cómo siempre lo miraban con envidia. Si se enteraban de esto toda esa admiración quedaría en nada. No lo podía contar, sería demasiado vergonzoso.

Ella seguía intentando consolarlo.

- La culpa la tiene el perro del vecino, que se la pasó ladrando y no te dejó concentrarte.

- Sí - dijo él, aunque sabía que era una excusa muy pobre -, habrá sido eso.

Bajo la mirada compasiva de su pareja, él dejó el mando en el suelo y se fue a la cocina. Había sido derrotado por una mujer, con su propia consola, y en un juego de fútbol nada menos. Pasaría algún tiempo hasta que consiguiera superarlo.

La ultima calada

Entré corriendo en la sala de no fumadores. Pensé que allí estaría a salvo, pero fue un error. En cuanto me vieron, cayeron sobre mí sin la menor compasión. Alguien me agarró por detrás, y de pronto me lanzaron por la ventana. Caí rápidamente. Veinte metros más abajo esperaba mi verdugo. En cuanto caí sobre él sonrió, me sujetó, me quemó la cabeza y aspiró el humo.

Mientras me consumía, sólo podía concetrarme en provocarle a mi asesino el mayor cáncer que mi nicotina fuera capaz de crear. Ojo por ojo y diente por diente. Y si no, que el próximo que llegue vengue mi muerte.

El dado

Piotr volvió a pasear el dado entre los dedos. Un simple dado de seis caras, normal y corriente, de los de toda la vida. Lo examinó detenidamente, mirando con atención cada lado.

Ella repitió las instrucciones: "si sale uno, dos o tres, te acuestas conmigo; si sale cuatro, cinco o seis, yo me acuesto contigo".

Piotr jugueteó una vez más y finalmente se decidió. Lanzó el dado... Y salió siete.

Horas más tarde, sólo en su casa, Piotr volvió a examinar el dado... Por vigésima vez. Un simple dado de seis caras, normal y corriente... De los de toda la vida.

jueves, 11 de febrero de 2010

Más microrrelatos

Webs sobre el microrrelato. Para que curioseéis: http://elcajondesastre.blogcindario.com/2006/02/00460-microrelato.html

http://www.escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser#bases


Un artículo muy interesante contra el microrrelato:
http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=11671&num=895&sec=38

La tecnología y su alcance

Mira Nacho, otro minirealto jaja

En el día de hoy, ésta, mi columna debería tratar sobre las nuevas tecnologías, y de hecho, lo hará, aunque mejor digamos que ‘’entre comillas’’.

Mi tatarabuelo murió en 1903. Hace unos días recibí un e-mail anónimo de un supuesto hombre de avanzada edad informándome de que estaba orgulloso de mí. Soy periodista, y además una hoy en día puede recibir adulaciones o quejas de cualquiera por muy simples o muy extravagantes que sean por lo que no me extrañé demasiado. El caso es, que le respondí para zanjar la cuestión. Pero los e-mails continuaron, uno detrás de otro, y esta vez más alarmantes, relatándome hechos que solo mi familia sabía, y explicándome a través de ellos, por qué estaba orgulloso de mí. Obviamente, el miedo comenzó a apoderarse de mí, incluso llamé a la policía, pero fueron incapaces de identificar el mandatario. En el último e-mail que recibí, aquella persona por fin firmó, Postdata: De tu tatarabuelo, que te quiere, Ezequiel Escudero Sánchez.

Os imaginaréis mi reacción ante esto; después de todo lo que me había contado, de todos los e-mails, y de aquella ultima firma, no pude si no creer finalmente que aquel extraño hombre era, en verdad, mi tatarabuelo, y aunque creáis que estoy loca, hay algo que no me podéis negar, y es que, la tecnología hoy en día llega a todas partes.

Paula Escudero Ruiz, Periodista.



lunes, 8 de febrero de 2010

¡AL MICRORRELATO BARATO!

ALEJANDRA BASUALTO (Chile):
Rosas (29 palabras)
Soñabas con rosas envueltas en papel de seda para tus aniversarios de boda, pero él jamás te las dio. Ahora te las lleva todos los domingos al panteón.

ANÓNIMO (México):
Enamorado (11 palabras)
Le propuso matrimonio. Ella no aceptó. Y fueron muy felices.


JORGE LUIS BORGES (ARGENTINA)
Tema para un tapiz
El general tiene sólo ochenta hombres, y el enemigo, cinco mil. En su tienda el general blasfema y llora. Entonces escribe una proclama inspirada, que palomas mensajeras derraman sobre el campamento enemigo. Doscientos infantes se pasan al general. Sigue una escaramuza, que el general gana fácilmente, y dos regimientos se pasan a su bando. Tres días después el enemigo tiene sólo ochenta hombres y el general cinco mil. Entonces el general escribe otra proclama, y setenta y nueve hombres se pasan a su bando. Sólo queda un enemigo, rodeado por el ejército del general, que espera en silencio. Transcurre la noche y el enemigo no se ha pasado a su bando. El general blasfema y llora en su tienda. Al alba el enemigo desenvaina lentamente la espada y avanza hacia la tienda del general. Entra y lo mira. El ejército del general se desbanda.
Sale el sol.


Julio Cortázar
Historia verídica
A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.

Cortísimo metraje
Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop, tímidamente pregunta si dirección Beaune o Tournus. En la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror poco a poco. Bajo los árboles una profunda gruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros. La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonar algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión digital porque en ese oficio no hay que descuidarse.


Juan Carlos Onetti
Los besos
Los había conocido y extrañado de su madre. Besaba en las dos mejillas o en la mano a toda mujer indiferente que le presentaran, había respetado el rito prostibulario que prohibía unir las bocas; novias, mujeres le habían besado con lenguas en la garganta y se habían detenido sabias y escrupulosas para besarle el miembro. Saliva, calor y deslices, como debe ser.
Después la sorpresiva entrada de la mujer, desconocida, atravesando la herradura de dolientes, esposa e hijos, amigos llorones suspirantes.Se acercó, impávida, la muy puta, la muy atrevida, para besarle la frialdad de la frente, por encima del borde del ataúd, dejando entre la horizontalidad de las tres arrugas, una pequeña mancha carmín.